jueves, 28 de mayo de 2009

Impaciencia

Está claro que a nadie le gusta esperar. No es de extrañar, pues, ¿a quién no desespera no saber por qué se espera?. Claro que no gusta esperar: una respuesta, a una persona; una solución rotunda a los problemas (aunque parece que hay personas a las que les tardan demasiado los problemas... ¡qué se le va a hacer¡)... oh¡ el amor, ese amor que pensabas que tenías, pero quizá sea mejor seguir esperando, y mientras tanto entretenerse a la espera de una noche o una mañana de sexo sinfónico. El problema es que normalmente nos entretenemos esperando cosas que, no quiero decir que no sean necesarias, pero sí, que deberíamos fijarnos en otras que estaban antes que nosotros aquí, de las que nos olvidamos, y esas, convertirían nuestra espera en una estancia, una estancia rodeada de maravillas a la espera del fin, ese fin que nadie debería querer esperar. Y así estamos, siempre con prisas...; prisas para todo. Prisas por llegar a trabajar, no se enfade el jefe; pero antes hay que llevar a los niños, que no tienen ninguna prisa, y de camino te encuentras con un montón de gente que tiene mucha prisa y no dudarían en pasarte por encima en caso de gravedad extrema -perdone usted, es que tengo prisa-. Lo peor es que esa gente todavía no se da cuenta de que en realidad no tienen prisa, sino que la prisa se la han clavado en la espalda como si fuese un monigote y... ¡echa a correr¡. Menos mal que nos hemos inventado el ocio. Ese espacio-tiempo-estado con Ph neutro. ¡¡¡Y una mierda¡¡¡. ¿Nunca fuiste a los autos de choque?; allí, cuando suena la bocina, todo quisque corriendo hacia la pista, y no te quedes buscando un 'cochito' cuando vuelva a sonar, porque te vas a hartar de esquivarlos. Luego están los bares, esos lugares tan maravillosos y que tanta información dan sobre las personas. Otra vez prisas..., ¡pero si estamos ociosos, coño¡; pues no; aquí, prisas también -¿qué pasa, que no ves que estaba en la barra con mi billete en la mano cuando tu llegaste y me miraste?, no, estoy aquí adorando a 'Sta. Teresa Añeja del agua dura de las amargas lágrimas de limón y las generosas copas milagrosas', a ver si me acepta la limosna,¡no te jode¡. Aquí otra vez prisa, esta vez aderezada con morro -que se jodan los demás- parece ser la actitud inducida no sé por qué ni con qué necesidad, pero es lo que se ve; ni pizca de amabilidad salvo contadas excepciones.
No. No gusta esperar. Es que estás esperando, claro. Pero si esperas es porque algo viene. Peor sería que no te lo esperaras, ¿no?. Hablo de lo inesperado, no de las sorpresas. Pero dentro de las esperas hay miles de momentos, cuestiones, gestos, pisadas, sonidos, despistes, el final de una historia... que nos perdemos por no saber esperar.

sábado, 4 de abril de 2009

Dolores estaba loca por Paco (A saia da Carolina)



Habida cuenta que Dolores está loca por Paco no me queda más remedio que `a otra cosa mariposa´. No hay por que andar jodiendo a la peña que no se lo merece; a los otros, los malos, un correctivo de vez en cuando no les vendría nada mal, buscando, precisamente ese efecto: la corrección.





Encauzada ya la corrección de mi desviación transitoria (me remito al Viernes de Dolores), me encontré ayer con una linda mariposilla que ya en el pasado había provocado en mi episodios de enajenación-excitación físico-espiritual. Qué suerte y que desgracia la mía. Qué falda y qué manera más femenina y cordial de llevarla . luego el problema es nuestro, de la gente enferma como yo.: naturalidad absoluta al servicio de la belleza; vivir para contarlo. le pintaba yo un lagarto en esa falda o lo que ella quisiera donde quisiera...

































































jueves, 2 de abril de 2009

Viernes de Dolores (En otra vida)

Aunque hace ya tiempo que nos conocemos nunca habíamos compartido un rato a solas. Bueno, no tan a solas; quiero decir que nunca nos habíamos quedado solos para compartir un rato juntos. Tu tienes tus cosas. Pero ayer pasó, y yo me lo pasé muy bien (no es de extrañar por lo que conozco de ti).Fue un rato muy agradable compartiendo conversación y acompañando en la bebida. Pero que sorpresa cuando me sorprendo a mí mismo babeando por dentro, y sintiéndome absorto por tu presencia, pensando en lo bonito del color de tus ojos, y lo dulce de tu mirada. pero en qué estaré yo pensando. Si,desde luego que pienso en que me encantarías para mí, pero tu tienes tus cosas, y que voy a hacer yo, si no me quedo quieto, más que cagarla. ¡Qué bien me lo pasé contigo¡. Me sentí como si fuéramos a cometer una locura. No es, para nada, mi intención, pero allí estábamos ofreciendo el uno al otro cada uno lo suyo, con la justa sinceridad hasta donde la situación lo permite.

Y ahora que hago yo aquí. Te veo y pienso que te quiero para mi. Veo en ti lo que estaba esperando. Veo esa sencillez con la que te manejas, la calma que reflejas... Y yo aquí, sin poder hacer nada; tu tienes tus cosas. Ahora me quedo aquí esperando a que muera ese momento, y todo vuelva a su sitio. Hasta entonces será mi paso de pasión por aquel instante en que lo que no podría haber pasado no pasó.

lunes, 30 de marzo de 2009

Interrogante (La cara oculta de un momento)

Momentos. Ahora sí, ahora no. Donde estarás. ¿Estarás?. Para mi estás aquí, aunque no te veo. Ya se, ya se...; no me ves mucho. Lo cierto es que te estaba buscando, ¿por dónde andabas?. Vas demasiado rápido. ¿Que qué estuve haciendo yo?. Más de lo mismo. Aunque no te lo parezca te estaba buscando. He seguido tu rastro. Vas muy rápido. Ya se, no me veías, pero yo estaba ahí, buscándote. Que por qué. ¡Yo que se¡, es lo suyo, ¿no?.

El mismo momento con distinta cara...

domingo, 29 de marzo de 2009

Tumba abierta

De repente, el corazón a mil. Sentí cómo volaba por encima del plano del asfalto; la gravedad cero momentánea, la desaceleración repentina, el empuje de mis células y todos mis átomos luchando, irremediablemente, por no salirse de mi piel. Sentí cómo mi cráneo se partía tal cuál se casca un huevo antes de freírlo. Noté cómo el olor a sangre anegaba mi pituitaria, que había dejado de ser amarilla para tornarse de capa cardenal y cómo mi boca entraba en erupción como si de un estromboliano se tratase. Me vi a mí mismo masticando mi propia lava pulmonar, de no ser por la deriva de mi mandíbula. Me imaginé lo que puede sentir un faquir atravesando distintas partes de su cuerpo con espadas, estiletes y cristales. Imaginé el dolor de mis seres queridos tras la noticia. Era todo muy real. Lo vi claramente y no estaba loco. Fue cuestión de ¡dos segundos¡. Dos. Uno, dos...







Mantuve la mirada sobre el retrovisor, y aquello, poco a poco, se fue alejando. Se quedó allí, en parte.







De esto han pasado ya siete días, y todavía no me explico qué es lo que hizo que reaccionara a tiempo. Un segundo más tarde... Aquellos fueron los dos segundos más intensos de mi vida, o los dos segundos en que estuve más vivo sin tener consciencia de ello. Mi tumba sigue abierta, al menos, un día más y, hasta ahora, van siete...

22-03-2009

lunes, 23 de marzo de 2009

Olvido (Réquiem)

Cuando llegué la gente se amontonaba en el vestíbulo. Saludé al primer conocido, mi tío. Estuvimos un buen rato allí, de pie, mirando el alboroto de la gente, sin hablarnos... un buen rato. Sentí que se acercaba el momento: voy al baño, que luego no voy a poder. Cuando volví ya no estaba. Aproveché para fumar un cigarro. Volví a entrar y busqué a los míos. Estaban en la sala 2, según las pantallas de la entrada; aunque, más bien, estaban todos umbral afuera, excepto los más allegados. Poco a poco fui saludando a los que conocía. Cada cosa en su momento. Reacciones varias. Hacía meses que no veía a los más queridos, pero fue todo muy frío. Salí a fumar otro cigarro; otra vez a solas. De repente oigo desde el interior una voz enérgica que se imponía al murmullo general. Apuré mi cigarro y corrí adentro: _ ¡Por favor, guarden silencio¡. En breves momentos pasaremos a la capilla... El murmullo continuaba, pero el hombre se afanaba en hacerse oír, aunque ya se sabe que cuando los humanos se juntan, son más difíciles de domesticar. A pesar de todo, el hombre insistía en dar las instrucciones precisas para el desarrollo de la ceremonia. Llegado el momento la gente tomó asiento y el sacerdote ofició el funeral. Yo entré rezagado, y me quedé junto con los que siempre se quedan fuera en las misas -que suelen ser los hombres-, pero enseguida pasé a la capilla, pues tenía que despedirme de ese hombre. El hombre por el que nos habíamos reunido aquellas personas allí, aquel día, era la persona de las que allí estaban que hacía más tiempo que no veía; años. Tenía ochenta y cuatro años. Fácilmente hacía cinco o seis -la memoria me falla- que no lo veía. A él también le falló la memoria, cada vez más y más hasta quedarse sin ella, pero también sin identidad. Demencia. Yo no quise ver su cuerpo. Prefiero guardar en mi memoria, por lo menos mientras sólo me falle esporadicamente, al hombre que vi por última vez hace más o menos seis años, ¿o fueron ocho ?(eso quiere decir casi diez; pufh¡); creo que precisamente por eso decidí, sin decidírlo, no volver a visitarlo. Su demencia, senil. Mi demencia,... pueril. Si. Es así. A los dos se nos fue de las manos (su vida); a él, al principio, en forma de memoria, y ahora con la muerte; y a mí..., a mí ya os lo contaré otro día si no me olvido. Aquel hombre que hace casi diez años que deje de ver, era un hombre bueno, una persona aparentemente despreocupada, un tipo alegre y simpático, amable pero recio cuando era preciso; cariñoso, atento; sonreía mucho, y siempre daba la señal para empezar a tomar las uvas en Nochevieja, mientras ajustaba su reloj de bolsillo. Llevaba gorro, fumaba con boquilla. Era un hombre que trabajaba la plata, y de la plata dio vida a una gran familia. Enviudó. Se volvió a casar y se le dobló la familia. Era generoso. Siempre generoso en las palabras, en los hechos, y en todo lo que un buen hombre puede ser generoso. Su sonrisa... Yo no tengo lazos de sangre con él, pero a mi siempre me hizo sentir como uno más aunque los demás estuvieran delante. Aquel hombre no era mi abuelo, pero aquel hombre era el abuelo de todos. Muchas gracias por tu vida Augusto.

lunes, 9 de marzo de 2009

El dia después (o como conocí a Paul Weller)

Ah¡ Parece que todo vuelve a su sitio. tened en cuenta que ese sitio es como una tinaja de agua llena de pastillas efervescentes, pero si están allí es porque allí deben estar.

Bien. Olvidado ya lo que dije en mi saludo . tengo una ligera sensación acerca de qué podía estar hablando, pero, yo, ya lo he olvidado. me sorprendió una canción de esas que suenan en los bares, pero una de esas que no habías escuchado nunca, en apariencia, y absorben toda tu atención sin remedio inmediato; entonces, ella me dijo: ¡Qué, te moló la canción¡. ¡Ya te vi cuando empezó, que moviste la cabeza y te pusiste, ahí, pendiente¡. Es Paul Weller. Escuché esta canción el otro día y me apetecía ponerla. ¡Era un puto temazo¡ Ella no tenía ni idea de la ayuda que me estaba prestando, ni yo tampoco hasta horas más tarde cuando, de nuevo, la puso y, esta vez, la escuchamos en silencio. bueno, si, hubo los necesarios comentarios. Cuando terminó, nos quedamos charlando un rato; mientras ella terminaba su trabajo para irse a casa. Aquel domingo podría ser cualquier domingo, pero se celebraba el Día Internacional de la
Mujer Trabajadora, bueno, el que lo celebre, porque yo me enteré..., pues ...,algo así como hoy; no digo que no lo haya que celebrar, no me mal interpreten. Hacia mucho que no teníamos un momento tranquilo para hablar siquiera de nada. Nada más allá de: holaquetalcomoestasbuenonopasanadatomatealgoálayaestá, ó , buenopuesentoncesvoyadarunavueltahastaabajoaversiveoaalguienciao, y, ya echaba de menos hablarnos de algo más espesillo. Fue un placer compartir ese rato con ella y sus preocupaciones y sus ánimos, pero también con Paul Weller.

Pienso entonces que ya que hemos conseguido reservar un día al año para celebrar el DIMT, no deberíamos nunca dejar de celebrarlo, por que que sería de nosotros sin ellas, sean o no trabajadoras. Bonito discurso...

Ejemh¡ Es cierto, pero no voy a seguir por ahí, que luego me enveneno, y luego me afecta al corazón. Lo dicho ,muchas gracias por Paul Weller. Gracias por presentármelo. Aunque. A ti te he visto antes.¿De qué te conozco?. Aaah¡ Ya sé¡ Tu eres el tipo del disco ese naranja y amarillo que hay en la discoteca del bar. Siiii¡ Pues perdona porque si te he visto no me acuerdo.

CONTINUARÁ...